martes, 27 de enero de 2009

Pare Oreja

Hace pocos dias estaba reunido con Luis, el dueño de San Jorge de Manila, donde he trabajado, estudiado y pasado mis dias durante mucho tiempo. Estabamos en una mesa discutiendo con una instructora del SENA amiga nuestra temas de cocina.

Estaba ya de noche, un dia muy tranquilo, cuando llego una pareja Bond. Ella era rubia, de pelo corto, vestida toda de negro, con unas botas preciosas. Alta, con porte, con clase, de esas a las que se les ve la clase (y la chequera) con solo mirarla, yo creo que alcance a enamorarme. El, mas alto que ella, vestia camisa y jean, pero parecia sacado de un poster. Ambos con celulares hiperplay, llegaron en tremendo carro,ambos hablaban y reian intensamente en su mesa, que quedo precisamente al lado de la nuestra. El pidio un bife de chorizo, ella un plato de salchichas alemanas que es receta de la abuela de Luis.

La noche se iba llendo y nosotros conversabamos, interrumpidos casualmente por alguna pregunta de la pareja acerca de los platos, del restaurante, de cualquier cosa.

El restaurante es una maquina de magia: la gente come, y sale con una sonrisa de oreja a oreja. Muy consciente de esto, Luis es un apasionado por reinventar y perfeccionar su cocina cada dia mas. Por eso, los domingos (o todos los dias) hace experimentos gastronomicos de todo tipo. Recetas de la abuela, investigaciones, recetas de internet, todo desde alta reposteria francesa hasta morcilla envigadeña. Asi pues cualquier dia te encuentras con productos inusitados. Ese dia, en medio de la noche, pidio algo al oido de una de las meseras.

Poco despues, llegaron 4 porciones de pan con algun estofado encima. Un picadillo de olor increible servido caliente sobre el tostado pan, el cual comimos rapidamente: olor, textura, sabor, degustacion lenta; cuan un verdadero catador. ¿que es? pregunto Luis. Ni puta idea. Entre la instructora y yo le pegamos a una cosa: eso es cerdo, pero nada mas. Seguimos comiendo, era exquisito.

La chica Bond pidio a la mesera un cigarrillo, pero para su pesar no habia Kool, que era lo que queria (ahi hablamos otro rato con ella y le pase un Kool de mi paquete, ella me miro con cara de complice), entonces se paro y salio a fumar el cigarrillo justo mientras la degustacion. ¿Que es? El chico Bond se intereso tambien. Oreja. Lo que habiamos acabado de comer era una deliciosa oreja de cerdo.

El chico no aguanto y Luis pidio otras dos porciones. El se la comio con avidez.

Hago un pequeño parentesis para explicar por que en uno de los restaurantes mas exclusivos de medellin estaba sirviendo oreja. Luis (y en eso coincido yo) ha intentado rescatar recetas tradicionales que los colombianos, por desconocimiento, por snobs o por algo asi, hemos dejado de querer. Por eso tambien hemos experimentado con morcilla, y horas hemos pasado logrando encontrar el punto exacto de crocancia en la masa de empanadas. Asi buscamos lograr comida gourmet pero criolla, muy fiel a nuestras raices. Tambien utilizar distintos cortes, aprovechar los recursos y encontrar sabores explosivos.

Por eso comimos esa deliciosa oreja esa noche, mientras una chica bond rubia de pelo corto se fumaba un Kool afuera que yo le habia regalado. El esposo comio: exquisito. Y volvio la chica bond.

Amor, prueba esto! fue como a recibio el chico. Ella lo olio, lo probo, y el resultado fue unanime: Exquisito. ¿Que es? pregunto a Luis. ¿Que crees que es?... y empieza la disertacion. Ella decia cosas... algo con Zuchinni, o algo de pollo... no. El esposo, aguantando sus carcajadas, le decia Amor, ponle oreja a lo que luis te dice! y se tomaba la oreja, mientras Luis le explicaba sobre las taras y prejuicios que tenemos los colombianos con algunos alimentos.

Al tercer Amor, para oreja! cambio la actitud del rostro.

Por favor no me digan que eso es oreja!

La carcajada fue inmedita, y estruendosa, sobre todo la del esposo que saltaba de risa. Ella bajo lo que quedaba del pan, y muy dignamente (que mas se podia esperar de esa mujerzota) acepto tener una tara contra la oreja y los cortes extraños. Ya no queria mas, pero fue exquisito, mientas no le paro oreja a la oreja, como acepto mientras salian del restaurante. El esposo se comio el pedazo restante.

Asi invito a todos, seamos o no tipo Bond, a que probemos, disfrutemos de la comida, que puede resultar exquisita si no le ponemos tantos peros. La super ascepsia y la comida super rapida, el desconocimiento de las tradiciones y la ignorancia nos llevan a despreciar cosas exquisitas. Ella no creo que vuelva a comer oreja, ya puede ser muy grande su trauma, pero a usted, que esta alla en su casa, lo invito a comer al centro oreja en un carrito, o algo por el estilo, o a valorar un sancocho bien hecho, o a comer hormigas santandereanas o cui, saliendonos del esquema de que lo unico comible es el solomito. Por mi parte, estoy que bajo al restaurante, a robarme un pedazo de oreja.

4 comentarios:

Jules dijo...

jeje me acordé de una vez que salí de casa huyendo de un pastel macrobiótico que había de cáscara de banano(sin trigo, sin sal, sin productos animales, con textura de esponja y sin sabor), para llegar donde una amiga y que nos ofrecieran como con pena que lo único que había era un estofado de pezuñas y orejas. Los tranquilizamos con que no habría ningúuuuuuuuun problema, que sirvieran que teníams hambrita. Me supo a gloria.

S dijo...

Uy marica!!! La oreja!!!!

Debo confesar que en realidad no soy muy amante la oreja frita, (sólo la probé una vez, y en realidad no me sabe mal solo que estaba algo MUY grasosa), pero la oreja asada con sal es una de esas cosas que hace años no como y que me encanta.
Recuerdo que en las marranadas de mi infancia, luego de las lecciones de anatomía cortesía del tío médico que inflaba los pulmones del marrano con un pitillo, había una verdadera lucha de todos los sobrinitos y algunos de los grandes por un pedazo de oreja de cerdo. Ese ya es un sabor y una textura que asocio a los buenos tiempos de mi infancia. Ya me dieron ganas de comer oreja otra vez.

Pero hablando acerca de volver a las raices culturales para crear lo gourmet, les coy a contar algo curioso que me pasó la semana pasada. Por razones laborales yo estaba en Austria, y me llevaron a comer a un restaurante muy famoso de la ciudad, cerca del Palacio Schonnbrun. El restaurante se llama el Plachutta (http://www.plachutta.at/) y es el hogar del Tafelspitz, una de las más características comidas de Viena. Pero, al ver el tafelspitz, este es una sopa con zanahoria, papa, cebollas, carne (sobrebarriga para ser más exactos), y espinazo. Es decir, para todos los efectos, es un sancocho. Pero es una comida hecha con esmero y dedicación, con ganas de hacerla gourmet. Y lo logran sin perder su raiz. Dicen incluso que era la comida favorita del emperador del Imperio Austro-Húngaro, que la prefería sobre los variados y exóticos banquetes que llegaban a su mesa.
Los felicito por el esfuerzo y por lo que hacen en San Jorge, y prometo pasar en estos días a probar la oreja.

UYYY OREJAAAAAAAAAA

Claudia Arias dijo...

Pues otra no amante de la oreja que quedó tentada con este relato inmejorable.

Susana dijo...

A mì no me gustan casi las cosas con consistencia cauchuda, pero hay que probar. Eso del olor del estofado me dejò antojadìsima