martes, 23 de junio de 2009

Cosa de Niños

Cuando era chiquito me decian El Terror del Mango. Desde entonces y hasta hoy, en especial un tio, aun cuando llama a mi casa pregunta que si puede hablar con el Mango por favor. El se encargo personalmente de ponerme el apodo asi como los otros 800 apodos que hay en mi familia, que son para orinarse de la risa.

El mio era porque cuando en la finca tomaban aguardiente, ponian mango como pasante. Yo me apoderaba del mango y dejaba a los aguardienteros sin con que pasar sus tragos. Mi papa siempre le molestaba, aunque el no era una persona alterable: le daba rabia ver que siempre se quedaba sin mango. Asi mi tio invento el apodo y por años lo cargue.

Desde esa epoca, siempre yo atendia. Atendia en las fiestas. Atendia en una tienda que tiene mi tio en la finca, en la que hay fotos de viejas en pelota por todos lados y donde hace muchos años, el hoy popular Juanes, canto alguna vez canciones de despecho en medio de alguna borrachera.

Recuerdo que tambien me gustaba el fuego. Mi tio Pepe me enseño a prender una fogata con un fosforo, y a mi me parecia lo maximo: era todo un reto cuidar el pequeño fuego hasta verlo convertido en una hoguera digna de la inquisicion española (Nobody expects spanish inquisition!)

Ahhh y las armas... mi Mama me llevaba a un almacen en Guarne, cerca a medellin, en la esquina donde mas plata he gastado en mi vida despues de la del parque del poblado. Era el almacen Elida, y ahi compraba cuchillos gigantes ante la mirada atonita de mi mamá. Que buenos cuchillos eran. Recuerdo que compre uno de supervivencia y todo, en un almacen elegante. Tenia fosforos dentro del mango.

Asi pues cuando pienso por que putas me gusta tanto la cocina, por que mande al carajo la Economia a la que dedique tantos semestres y termine cargando carbon... porque me recuerda de algo mejor.

Ahora puedo comprar mis cuchillos y prender mis parrillas con un fosforo. Puedo ver el calor de una mesa tras otra, y esa sonrisa que se pinta en todos los que se sientan juntos a una mesa a celebrar que estan juntos y que hay que comer. Me encanta la cocina porque siempre la he asociado con felicidad, con union, con celebracion. Con esas noches largas en las fincas con las mesas a reventar de cosas tan ricas (he sido afortunado... hasta en las peores mi papa era exigente en la mesa!).

Asi pues que es mas sencillo. Porque prefiero pensar que soy un niño que juega con cuchillos y fuego, a ser un adulto que con especular con una moneda se caga en millones.

Por eso no quiero ser economista. Por eso soy cocinero.

2 comentarios:

Claudia Arias dijo...

Esto sí que se llama un credo, y de los buenos que he leído.

kittyrobot dijo...

Excelente!!! que mas puedo decir.